NO TIME TO DIE

 


NO TIME TO DIE

             Es el año 2006 y Martin Campbell, el mismo director de cine que revivió al espía más célebre en la entretenidísima Goldeneye (1995) tras un parón de seis años, tenía que volver a sentar las bases para una nueva etapa que iba a distanciarse absolutamente del “canon” o la relativa continuidad que las historias de 007 habían tenido durante más de cuatro décadas. Cuatro años después de la última película de la saga Bond de Pierce Brosnan, Die Another Day (Lee Tamahori, 2002), MGM decidió reiniciar su franquicia estrella.

Casino Royale fue una reinvención del mito realizada con toda la intención de que así fuera. Los directivos de MGM habían tomado nota de que películas como Batman Begins (Christopher Nolan, 2005) o Bourne Identity (Doug Liman, 2002), ambas “oscuras” y “terrenales” historias de origen, habían calado entre el público y la crítica; por lo que deseaban que este nuevo James Bond fuera más “realista” o quizá más “humano”. La película terminó siendo considerada por una gran mayoría como la mejor de James Bond desde los tiempos de gran Sean Connery, y por su parte, Daniel Craig, que desde que fue anunciado por Bárbara Broccoli había sido tremendamente discutido por parte del fandom y de la prensa especializada, (¡un Bond rubio por Dios bendito!) calló algunas bocas y se postuló como la mejor encarnación posible para el 007 del siglo XXI. La historia de amor y traición con la misteriosa y sexy Vesper Lynd, encarnada por Eva Green, daba un aire renovado al personaje protagonista, que (casi) siempre había sido un macho alfa cínico y misógino, haciéndole vulnerable y emocional como nunca (¡hasta lloró!) y también abría paso a una historia, unos personajes y un estilo propio y genuino; digamos, y ahora que está tan de moda eso de los “universos cinematográficos”, se creaba un mini universo inherente al Bond de Daniel Craig y con una entidad característica y diferenciada dentro de la longeva saga.

Han pasado quince años, que se dice pronto, desde Casino Royale y por fin ha llegado a cartelera la última película en la que Daniel Craig interpreta al sofisticado agente secreto con licencia para matar: No Time to Die (Cary Fukunaga, 2021).

Nunca una última personificación del personaje por parte de un actor había sido tan esperada, ni nunca se había tenido por parte de la productora esa deferencia con el actor protagonista de “poder terminar”. Se establece un precedente, hay un respeto “diferente” hacia Daniel Craig, su aportación a la saga es inconmensurable, marca una época dorada del personaje nunca vista desde los años sesenta ¿es el mejor Bond de todos los tiempos? Siempre he sido de la opinión de que como el Bond de Connery no ha habido y no habrá, pero yo diría que sí, Daniel Craig es el mejor agente 007 que nos ha dado esta epopeya que ya va casi por su sexagésimo aniversario. Solo Sean Connery rivaliza en “buenas películas” con Craig, únicamente ellos dos tienen en su haber al menos tres cumbres en la saga, en mi humilde opinión, Goldfinger (Guy Hamilton, 1964), From Russia With Love (Terence Young, 1963) y Dr. No (Terence Young, 1962) para la leyenda escocesa y Casino Royale (Martin Campbell, 2006), Skyfall (Sam Mendes, 2012) y la que nos ocupa, No Time to Die (Cary Fukunaga, 2021) para el inglés.

 

A PARTIR DE AQUÍ VIENEN SPOILERS DE LA TRAMA DE NO TIME TO DIE Y DEL RESTO DEL CICLO DE DANIEL CRAIG

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Desde la primera entrega de la saga, como comentaba anteriormente, se establece un mini-universo para esta encarnación de James Bond: el Bond de Daniel Craig es 007, el agente secreto de siempre interpretado por Connery, Moore, Lazenby, Brosnan o Dalton pero reinventado, y con una continuidad que los Bond de sus antecesores en el papel no tuvieron.

En estas cinco películas se ha narrado un camino del héroe, una etapa de quince años en la vida de un personaje, a saber, un primer amor que le marca de por vida (Vesper Lynd en Casino Royale), una figura materna (la M de Judi Dench), la pérdida de esas dos figuras y las consecuencias que le han deparado dichas desapariciones, también se han establecido unos lazos con sus amigos o familiares como nunca se ha visto en la saga (Q, Moneypenny o Felix Leiter), hemos conocido más sobre su pasado que nunca (Skyfall), desde Spectre y en esta última entrega lo nunca visto, (disculpe Teresa di Vicenzo) un amor estable, (con sus complicaciones) una hija, y por último 007 ha muerto.

¿James Bond sin acostarse con cincuenta mujeres por entrega? Inconcebible para algunos fanáticos del personaje. En las redes sociales más de uno han echado sapos y culebras hacia esta última entrega, ¿masculinidad frágil? ¿Purismo? Más de lo primero que de lo segundo en mi opinión. Bond siempre ha sido, al menos hasta esta versión, un personaje concebido para el escapismo del hombre heterosexual (coches de lujo, mujeres sexys, martinis con vodka y lugares exóticos) pero analizando con tranquilidad, ¿acaso el Bond de Daniel Craig no ha tenido en su saga mujeres sexys, coches de lujo, martinis con vodka y lugares exóticos? Por supuesto que sí, pero creo que lo que no ha terminado de gustar a los “puristas” y este “puristas” lo escribo en sentido peyorativo, es que no trate a las mujeres como objetos sexuales y que se presente a mujeres fuertes e inteligentes, que se saben sensuales y atractivas pero que no son solo puestas en escena para el disfrute del héroe, véase a Paloma, interpretada por Ana de Armas, una espía de armas tomar de la que ya se pide un spin-off, o a la nueva 007, Nomi, que encarna Lashana Lynch, tan dura y fría como James, o la Moneypenny de Naomie Harris, un bombón que en Skyfall tontea con James, que le seduce, pero que si tiene que irse de misión con él en plan agente secreto lo hace o que si tiene que pegarle un tiro en el pecho a 007 para cumplir con su trabajo lo hace también.

007 se enamora de la doctora Madeleine Swann, la hija del malvado Señor White, jefazo de Quantum e integrante de Spectre, y tiene una hija con ella, Mathilde. Volvemos a lo mismo, ¿James Bond padre de familia? Pues sí. ¿Se han arriesgado los productores de la película? Sí, ¿una niña pequeña? ¿Dónde está mi ración de escapismo? Pero si vemos esta saga como ese camino del héroe que indico es algo que podía ocurrir perfectamente y si bien impacta en un primer momento una situación así a mitad de película, no desentona con los colores de esta versión del agente secreto.

Bond nunca había sido tan frágil, tan terrenal, pero tampoco “tan mayor”, me explico, Connery o Moore habían interpretado al personaje con más años que los 51 que tenía Craig en el momento del rodaje, pero se les había intentado dar un vigor y atractivo casi ridículos. Este Bond, si bien está en forma, si bien puede resultar atractivo por supuesto, se nos presenta como una versión crepuscular del personaje, y volvemos a hacer hincapié en el camino del héroe. Esta entrega es el final de este Bond a todos los efectos. ¿Se arriesgan de nuevo los productores de la película? Por supuesto, James Bond muerto, lo nunca visto, Bond siempre acaba en una cama con una botella de Don Perignon o perdiéndose con su Aston Martin con una preciosa chica arropados por una puesta de sol en Venecia, pero en No Time to Die se sacrifica y perece, sin subterfugios, sin posibilidad de retorno. Todo por culpa del villano y del virus que inocula al protagonista y con el que si simplemente las toca puede acabar con la vida de su pareja y de su hija pequeña. Bond no podía hacer otra cosa.

El villano: Rami Malek (ganador del Oscar por su interpretación de Freddie Mercury en Bohemian Rapsody) es Safin, un malo clásico podríamos decir, su intención es putear al planeta, y estéticamente tiene su toque de Dr. No. Consigue lo que ni James lleva intentando varias películas, acabar con Spectre. Es tan malo que no solo quiere acabar con el MI6 sino que también quiere destruir a Blofeld (interpretado de nuevo por el genial Christoph Waltz) y su organización. La conexión de Safin con la doctora Swann le lleva de lleno a Bond, todo se relaciona en una tela de araña en la que en el centro estaban el Señor White y Blofeld. Como ya se venía anunciando desde Spectre Blofeld ha sido el culpable del dolor de Bond desde el principio, desde Vesper, cuyo recuerdo en el prólogo de No Time to Die (ese desgarrador “te echo de menos” en la tumba de la susodicha) casi mata al protagonista, y a la par que Le Chifre, White, Quantum, Silva y la muerte de M… En esta última entrega iba a tener un último acto de maldad, si bien involuntario, pero es así, siendo él y White “los creadores” de Safin.

No Time to Die es un cierre perfecto para esta versión de James Bond, un final a la altura de su legado, una entrega menor que Skyfall o Casino Royale, que sigue ostentando la medalla de oro en toda la colección de James Bond, pero una de las mejores películas de toda la saga y un colofón para quince años de aventuras del mejor agente 007 que hemos visto en una pantalla de cine. Solo el tiempo dirá si volveremos a ver un ciclo igual de bueno que este, va a ser difícil o más bien imposible olvidar a Daniel Craig, ya se sabe, los diamantes son para siempre.

 

Por Miguel García Luque a.k.a Sr Lanso. 

 

 

 

 

 

 

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